miércoles, septiembre 07, 2005

El don de la oportunidad

Esta noche, siendo como son las 5.30 de la madrugada, después de haber salido por la Curva, no se me ocurre mejor forma de terminar el día que hablándoos un poco sobre una de mis habilidades innatas: el don de la oportunidad.

Para el que no lo sepa, el don de la oportunidad es un don que no suele ser bienvenido por la persona a la que le toca poseerlo, y muchísimo menos aún por la persona que sufre en sus carnes los efectos de este curioso don.

Hoy ese don ha vuelto a actuar para mí.

Previo de la jugada: Ari, una de mis mejores amigas, hace una semana que se lió con un tal Zape, amigo de su hermano. A mí esto me hizo pensar en Campi, no se muy bien por qué... El caso es que el tío parece gustarle mucho. Esta noche se han vuelto a ver y, por supuesto, han vuelto a intercambiar fluidos (que asqueroso suena eso, nota mental: dejar de usar ese tipo de expresiones de interpretación fácil para las mentes sucias). Eso al menos me ha contado Ari, antes de salir de la Bastilla, que es cuando debíamos buscar a Dalia, que debía dormir en casa de Ari.

Jugada: Salimos afuera (porque no creo que sea posible salir para adentro) y nos encontramos con Dalia y dos tíos, uno es Antonio, amigo de Dalia, y el otro, bueno, debe ser amigo del amigo de Dalia, pienso yo. Es cuando el don que llevo en mi interior empieza a actuar y después de que Ari diga algo que no entendí del todo bien digo:

- Ari, ¿dónde está Zape? ¿pues no me decías que esta noche tú y el hmhmhmmhm (sonidos insinuantes de rollete, sexo, o como se quiera interpretar)?

A lo que Ari contesta señalando al supuesto amigo del amigo de Dalia:

- Raúl, este es Zape.

He aquí la culminación del don, cuando la confusión toma forma, y la humillación de la persona elegida por mi elocuencia flota en un ambiente denso. Para darle un poco de vidilla al momento digo:

- Joder, el mundo es un puto pañuelo!!

La verdad es que visto así es una tontería, pero lo peor hubiera sido si dijese absolutamente todo lo que me pasa por la cabeza. En ese momento, antes de la frase mágica me acordé del capítulo de los Simpson en el que Homer va a un hotel con una tía y el botones le dice que en esa habitación... y empieza a hacer una infinidad de gemidos y gruñidos animales, durante 30 segundos de reloj. Joder, 30 segundos de reloj, cómo me pude reír con ese capítulo. Hubiera podido decir una cosa así a Ari sobre ella y el tal Zape. Ciertamente me habría dado la oportunidad de reírme de mí mismo a carcajada limpia, aunque la humillación de Ari habría sido brutal, también hay que pensarlo.

Luego Ari me comentó que su hermano no sabía nada sobre su lío con su amigo, que no le comentase nada. Menos mal que me lo dijo, porque conociéndome, mientras íbamos de camino a casa yo iba hablando con su hermano, y en lugar de hablar del gimnasio y la piscina y lo que mola, seguramente le habría dicho algo como “Por cierto, ¿y a ti qué te parece que tu amigo le coma la boca a tu hermana?”.

Esto no ha sido nada, he tenido intervenciones mucho más humillantes, no para mí claro, ya que una característica de este don es que humillas sólo a los demás, y sin quererlo. Pero bueno, la memoria no me acompaña ahora para contaros algo mejor.

Cuando naces tienes una ficha en la que se muestran todos los dones conocidos, y Dios, que es un cachondo además de un gandúl, va marcando al tuntún con una X las casillas que le vienen en gana. Para mí por supuesto ticó la dichosa casilla de la oportunidad. Esto va dedicado a todos aquellos que, como yo, han sido marcados con este don.